miércoles, 4 de junio de 2008

Más desiertos


Aunque era un sueño mudo se lograba escuchar el viento. Era una paraje yermo de chocolate, al menos a eso olía. Caminé mucho tiempo a la sombra de las estrellas, pero cuando amaneció, el suelo empezó a derretirse, cada vez era más dificil caminar. Para el cénit, lo último que logré ver era mi brazo tratándome de sacarme del pelo de una sopa espesa de chocolate fundido, ¿quizá sería una muerte dulce?

Y cuando desperté en el mundo de los sueños la noche era día y el día era noche, ambas instancias estaban unidas en un cielo despejado de estrellas iluminadas por un sol azul. Un sujeto en un púlpito leía un libro en blanco y hablaba pero no emitía sonido.

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Ignorantes del mundo... yo los perdono